El domo de Buenos Aires

Tres semanas en Buenos Aires dan mucho juego.

Han sido muy intensas, maravillosas, un sueño…

A pesar de las lluvias torrenciales, ha habido alguna tregua que nos ha permitido terminar el trabajo a tiempo y sin apenas complicaciones.

Las herramientas made in China han ayudado a conseguir esa lucha que parece necesaria para darle emoción al trabajo.

Ahora todo ha quedado preparado para que Adrián coloque los 75 vidrios laminados y con cámara de aire que cerrarán el domo.

En cuanto estén colocados y sellados pondré fotos para que se pueda ver el trabajo terminado

Aquí Adrián, mi mano derecha durante estos días, atando algunos de los triángulos a su furgón, que nos ha servido de medio de transporte.

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Base sobre la que hemos apoyado el domo.

Una vez terminada la obra, esos tablones se retiran y la cúspide de la cúpula queda nada menos que a 9 metros del suelo.

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Los malditos gatos chinos. Horrible trabajar con ellos.

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Detalle de las uniones exteriores sobre las que apollarán los vidrios. Finalmente hacia el exterior no quedará ninguna parte de madera vista.

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Una curiosidad. Es muy normal cuando se construye una estructura geodésica que las abejas se sientan atraidas por sus hexágonos y pasen largas horas apoyadas sobre éstos.

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Adrián observando el trabajo, una vez colocada la última pieza.

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Detalle de la unión de los triángulos en su parte interior.

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El domo va situado en la parte alta del edificio del fondo, aunque los árboles impiden casi por completo su vista desde el exterior.

 

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